Epiroc explica cómo el temple al vacío se ha convertido en un proceso clave para mejorar la resistencia y el desempeño de los componentes de acero utilizados en equipos sometidos a altas tensiones. Andreas Jansson, especialista en tratamiento térmico de la compañía, detalla que este método se realiza en un entorno libre de oxígeno y gases reactivos, donde los componentes se calientan hasta 1200 °C y posteriormente se enfrían de manera controlada.
Este ambiente evita la oxidación y reduce defectos superficiales, lo que permite obtener piezas uniformes en cada lote. A diferencia de los métodos tradicionales, el proceso ofrece control total sobre temperaturas y velocidades de enfriamiento, permitiendo adaptar el tratamiento a cada tipo de acero. El temple con gas disminuye el riesgo de deformaciones y elimina el uso de aceite o agua.
Jansson destaca que esta tecnología genera componentes con dureza, tenacidad y resistencia al desgaste consistentes, lo que se traduce en vida útil prolongada y un desempeño más estable en campo. También subraya beneficios ambientales documentados en estudios que comparan carburación al vacío con métodos atmosféricos.
Entre las piezas que más se benefician de este proceso se encuentran carcasas expuestas a desgaste abrasivo y corrosión, engranes que requieren mínima distorsión y alta capacidad de carga, y cabezales de lavado sometidos a tensiones elevadas y ambientes corrosivos.
Imagen: En un horno de vacío, los componentes de acero se tratan térmicamente a temperaturas extremas con precisión, consistencia y sin oxidación
