Las autoridades de tránsito nos dicen que manejemos a la defensiva. Manifiestan que no es suficiente observar solamente las reglas de tráfico, que debemos fijarnos en los otros conductores. Debemos conducir en tal forma que si el otro hace algo que no debe no lo atropellaremos o nos atropellará. Por supuesto que tienen razón; los informes de accidentes de tráfico lo prueban. También demuestran que uno debe mantener esta actitud defensiva hacia cualquier condición inesperada en las carreteras y autopistas.

La misma idea tiene aplicación en el trabajo diario y en cualquier situación fuera del trabajo, como en el hogar. Tenemos que estar preparados para cundo el niño deja los patines en el último escalón o deja caer el jabón en el baño y se olvida de levantarlo; o para cuando alguien en la casa cuelga una percha de madera en una soga que colocó provisionalmente de una pared a otra del dormitorio para secar la ropa. ¿Que pasaría si ustedes tuvieran que entrara en la habitación a oscuras para cambiar, por ejemplo, la bombilla fundida? Podrían sufrir una lesión en el ojo si se golpean con la percha, ¿no es verdad?

No es suficiente conocer y observar las reglas de seguridad, hay que estar preparado para los peligros inesperados. Puede haber condiciones peligrosas que se presentan sin previo aviso o pueden ser acciones inesperadas y peligrosas realizadas por alguna otra persona. Pueden ser también acciones impulsivas o que están fuera de control de uno mismo. He aquí un ejemplo:

Un mecánico se dirigía al taller de reparaciones que estaba en el otro edificio y se paró a conversar con el operario de una cortadora. El conductor de un montacargas que llevaba un barril sobre las horquillas, tuvo que detenerse súbitamente a fin de no golpear a un trabajador que se le apareció inesperadamente. El barril se le resbaló de las horquillas y rodó, yendo a golpear al mecánico, quien perdió el equilibrio y se golpeó Ia cabeza contra la cortadora. El resultado fue una herida facial, una costilla quebrada y una pierna lastimada.

Aquí hubo tres cosas incorrectas. El barril debió haberse asegurado contra las horquillas, a fin de que no pudiera caerse en una parada de emergencia. El hombre que se interpuso admitió que su mente estaba en las próximas vacaciones. El mecánico no se paró al costado del pasillo, en un lugar seguro. Cada uno de los participantes dejó de tomar una medida defensiva contra lo inesperado.

Siempre se nos pueden presentar situaciones en cualquier clase de trabajo en el que uno tiene que estarse defendiendo de lo inesperado. Una de las cosas más comunes, es la presencia de los cables de extensión con los que se puede tropezar y caer. En todos los casos puede significar dos lesiones. De vez en cuando, alguien se olvida de las reglas de seguridad y pone un cable en un pasillo o en algún lugar donde alguien puede tropezar y caerse. El segundo individuo se irá de nariz a menos que tenga bastante suerte. Las posibilidades son que la herramienta o la luz conectada a este cable, se vuelva contra quien la está usando y lo lesione seriamente. Si es una sierra portátil, un taladro o algo semejante, todos sabemos cuáles pueden ser las consecuencias. Por supuesto que pudo haber atado el cordón a algo a fin de que no le fuese sacado de las manos. En este caso la trampa ha sido un cuchillo de doble filo.

Nota para el supervisor: De ser posible logre que los asistentes a esta reunión den un ejemplo o dos de Iesiones que pudieron haberse evitado mediante una acción defensiva. Esto ayudará a fortalecer el concepto sobre la necesidad de protegerse contra los peligros inesperados).

Fuente: Grupo Safety&Health Friends Coordinador: Valdivia Gildardo +52 1 272 123 7207

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