A VECES NOS CREEMOS que estamos bien informados y tenemos un entrenamiento tan completo, que no necesitamos que nadie nos brinde instrucciones o consejos sobre el tema de la seguridad. Sin embargo, un estudio de los accidentes demuestra que hasta los hombres más responsables necesitan que se les recuerde constantemente lo esencial que es la seguridad para él y su trabajo. Desdichadamente olvidamos muy fácilmente.

Hay una historia que ilustra muy bien lo que queremos señalar. En una planta bastante grande la gerencia seleccionó a uno de los trabajadores para ser supervisor. Para ellos se tuvo en cuenta su comportamiento en el desempeño de sus labores. El obrero escogido era un hombre con sentido común, en el cual se podía confiar y tanto sus compañeros como sus superiores lo miraban con respeto. Todos estaban seguros que este individuo nunca violaba las reglas de seguridad.

Sin embargo, fue precisamente este hombre de gran experiencia y entrenamiento completo, a quien se seleccionó como supervisor, el que cometió uno de esos errores terribles que caen dentro de la clasificación de mala decisión.

En su departamento había una máquina que de vez en cuando se trababa. Cada máquina tenía una etiqueta roja con el siguiente aviso: “Detenga la máquina antes de engrasarla, limpiarla o repararla”. Se entendía que si la máquina se trababa se debía parar. El supervisor, no obstante su conocimiento y experiencia corrió un riesgo. Trató de halar la pieza trabada sin antes desconectar la máquina. Se le trabaron los dedos entre los rodillos y en pocos segundos la mano estaba terriblemente destrozada. No quedó mas remedio que amputarla. Este supervisor desobedeció las instrucciones de seguridad que él mismo les había dado a sus trabajadores, prescindió de todos los conocimientos que había adquirido a través de sus años de servicio en la industria. Abandonó por un momento su sentido común y el resultado fue que sufrió una lesión de gran magnitud.

Porqué lo hizo? No podemos saber la razón que tuvo para hacer semejante cosa. Probablemente pensó que tenía suficiente destreza como para evitar que los rodillos le atraparan la mano. Nadie sabe cuántas veces arregló la máquina de la misma manera; pero lo que sí sabemos es que esta vez, por culpa de su descuido, perdió la mano derecha para siempre.

Es un caso digno de lástima, sin embargo, no podemos acusar al destino, etc., como a veces hacemos, cuando en realidad él mismo es el responsable de la acción que cometió y que le costó tan cara.

No podemos evitar que nos entre la duda sobre el nivel de seguridad en esa planta. Si ese supervisor hubiera estado acostumbrado a pensar en la seguridad, hablar sobre la seguridad con sus compañeros y si precisamente durante esa época hubiera estado envuelto en una campaña de seguridad.

Hubiera cometido un error tan tonto?Después de leer esta historia y pensar en las implicaciones que tiene perder un miembro. Alguno de nosotros va a cometer una tontería que exponga nuestras vidas?La experiencia demuestra que las reuniones de seguridad tienen gran influencia en la disminución del número de lesiones incapacitadoras y por supuesto de los accidentes mortales. Necesitamos estos recordatorios con regularidad. Para eliminar las lesiones tenemos que estar física y mentalmente en las mejores condiciones posibles.Dicen que nunca se es demasiado viejo para aprender, sería bueno ampliarla y decir ”Nunca se es demasiado sabio o demasiado viejo para aprender”. Recordemos que cada día se aprende algo nuevo.

La experiencia demuestra que las reuniones de seguridad tienen gran influencia en la disminución del número de lesiones incapacitadoras.