HAY UN TIPO DE ACCIDENTE QUE, aunque es la causa mas corriente de lesiones, por su naturaleza escapa a los registros. La siguiente historia es una buena ilustración de lo que nos referimos.

En cierta fábrica había un pequeño puente sobre una zanja. Un camionero, nuevo en el trabajo y que aún estaba un poco inexperto, no calculo bien el espacio y la rueda trasera izquierda se salió del puente. Daba la casualidad de que cerca de allí habían unos trabajadores arreglando unas tuberías; bajo la dirección del capataz dejaron el trabajo por unos minutos y acudieron a ayudar al conductor a poner el camión de nuevo sobre el puente. Entre ellos había un joven que se sentía muy orgulloso de su fuerza física. Con frecuencia daba demostraciones de su habilidad para levantar pesos y siempre estaba a la búsqueda de una oportunidad de demostrar su fuerza.

Buscaron una palanca de manera de levantar la parte posterior del camión y poder colocar el gato. El joven al que nos referimos, mientras otros aplicaban la palanca, el alzaba el camión con la fuerza de sus brazos. El peso era mucho mayor de lo que habían imaginado y los hombres no podían alzar el camión. En el segundo intento, nuestro joven Sansón se excedió en sus esfuerzos y sus músculos fueron puestos a una prueba muy severa. De pronto, en medio de la operación de alzamiento, sintió que su pulso se aceleraba y una punzada terrible como un cuchillo le atravesaba el costado izquierdo. No le quedó más remedio que dejar lo que hacía, aunque su orgullo no le permitía admitir lo que le pasaba. El dolor le duró un rato pero él, en forma mecánica, siguió haciendo lo más que pudo para finalizar la tarea.

Cuando todos regresaron al trabajo, después de haber logrado poner el camión de nuevo sobre el puente, el capataz notó algo raro en él y le pregunto si se sentía bien, la respuesta no se hizo esperar “nada, estoy perfectamente”. Admitir lo que le había sucedido era, en su opinión, una confesión de debilidad. Aparentemente esta bien y al día siguiente acudió a su trabajo como si nada hubiera pasado. Se sentía bien, excepto por una punzada ocasional.

Sin embargo, al cabo de varias semanas sus compañeros empezaron a notar un cambio radical en él.

Se encontraba pálido, decaído y estaba perdiendo peso. Aunque hacia buenas digestiones, tenia buen apetito y no había síntomas de fiebre, no cabía duda que algo esta consumiéndolo. Finalmente su capataz tomo la iniciativa y le sugirio que fuera a ver al medico. Cuando el doctor pidió que le explicara los antecedentes del caso nada se dijo sobre le levantamiento del camión. Tanto el capataz como el propio trabajador habían olvidado el incidente.

El doctor comenzó a auscultarlo, por un momento se quedó atento escuchando los latidos del corazón y con una expresión preocupada le dijo:
-Joven, me temo que tendrá que suspender el trabajo por un tiempo. El mejor lugar para usted es el hospital.
-Pero Que es lo que me pasa doctor?- preguntó el trabajador.

El médico explicó que tenía una lesión en el corazón que era la causante de su estado general. Sabia bien que al pedirle que ingresara en el hospital, en realidad estaba pronunciando una sentencia, ya que muy pocos casos tan severos logran recuperarse. A los seis meses ocurrió el desenlace fatal.

Esta historia revela el hecho de que el caso nunca apareció como lesión incapacitadora; nadie supo que había sufrido una lesión y el mismo no lo comprendió plenamente.
Lo mas trágico es que todo fue consecuencia de su vanidad, lo orgulloso que se sentía de su fuerza muscular y sus ansias de demostrar que podía hacer cosas que para otros hombres eran muy difíciles o imposibles de realizar. Sin lugar a dudas, una actitud muy infantil que desgraciadamente le costó la vida.

Hay una frase que condensa la moraleja de esta historia. Es conocida desde hace miles de años, los antiguos griegos habían adoptado como una regla en sus vidas. Si todos tratamos de tenerla siempre presente puede evitarnos problemas muy serios. “Nada en exceso”. Significa evitar los excesos de alimentos, bebidas, etc. y en el trabajo evitar las cargas pesadas. Nunca se debe exceder la carga de un camión, una máquina y, mucho menos, el propio cuerpo. Recordemos la advertencia que nos indica que no debemos hacer nada en exceso.