La Contratista Causa destaca en la EXPO Discoveries Mining 2025 en Mazatlán
La participación de La Contratista Causa en la EXPO Discoveries Mining 2025, celebrada en Mazatlán, Sinaloa, fue todo un éxito.
Las grandes productoras de oro están viviendo un cambio estructural. Después de décadas marcadas por cuestionables asignaciones de capital y una débil correlación entre el precio del metal y el valor de sus acciones, compañías como Newmont y Barrick Gold están reescribiendo esa narrativa. En lo que va de 2025, ambas han superado el desempeño del oro, con alzas bursátiles de 25% y 20% respectivamente, frente al avance del 18% del metal.
Este repunte no se explica únicamente por la cotización del oro, sino por dos transformaciones clave en el sector: una mayor estabilidad en los costos y una renovada disciplina financiera.
Durante ciclos anteriores, como el rally del oro de 2020 impulsado por la pandemia, los beneficios de las mineras se vieron limitados por una inflación generalizada en insumos y por disrupciones logísticas. Hoy, esos costos se han estabilizado, y si bien persisten algunas presiones inflacionarias, el impacto en los márgenes es mucho menor. Con estructuras de costos más predecibles, el potencial de apalancamiento operativo se ha vuelto más evidente.
El segundo factor crucial es la prudencia en la gestión del capital. El sector, históricamente criticado por decisiones poco rentables en fusiones y adquisiciones, muestra ahora un enfoque más selectivo. Las recientes operaciones —como la adquisición de Osisko por Gold Fields o algunas combinaciones en Australia— se han realizado en jurisdicciones estables y con montos moderados, lo que contrasta con los megaproyectos de alto riesgo del pasado.
Esto ha llevado a resultados tangibles: Barrick y Newmont ahora generan niveles sólidos de flujo de caja libre, con rendimientos estimados por TD Securities del 9.5% y 7.5% respectivamente para 2025. Parte de ese efectivo se destina a recompras de acciones, una señal de confianza que comienza a cambiar la percepción de los inversionistas institucionales sobre el sector.
Casos como el de Kinross Gold refuerzan esta tendencia. Tras la presión del fondo activista Elliott en 2022, la minera canadiense ha duplicado su flujo de caja libre, alcanzando los 1.300 millones de dólares el año pasado, mientras mantenía una política disciplinada de dividendos y recompra de acciones. Lo ha hecho, además, sin comprometerse en proyectos de alto riesgo, enfocándose en retornos y sostenibilidad operativa.
Aunque persisten desafíos —como los conflictos geopolíticos de Barrick en Mali o las complejidades derivadas de la adquisición de Newcrest por parte de Newmont en 2023—, el panorama para las mineras de oro parece haber entrado en una nueva etapa, caracterizada por eficiencia operativa, generación de valor y rendición de cuentas ante los accionistas.