Mientras los mercados financieros reaccionan con pánico, la cadena de suministro física también está experimentando una transformación acelerada. Si bien el cobre aún no está sujeto a aranceles, se espera que la Casa Blanca implemente nuevas tarifas tras concluir una investigación bajo la Sección 232 sobre seguridad nacional. En consecuencia, los comerciantes están adelantando embarques de cobre refinado hacia EE.UU., en un intento de adelantarse a una posible fecha límite arancelaria.
Esta carrera por abastecer el mercado estadounidense se refleja en el aumento de inventarios en almacenes de la CME (Chicago Mercantile Exchange), particularmente en Nueva Orleans y Baltimore, que recibió 6,614 toneladas por primera vez desde 2012. El inventario total en la CME ha alcanzado su punto más alto desde diciembre de 2018, superando las 119,000 toneladas.
En contraste, los inventarios en la LME (Bolsa de Metales de Londres) han disminuido significativamente, alcanzando su nivel más bajo en nueve meses con 207,825 toneladas, mientras que las existencias disponibles para entrega inmediata han caído a 116,250 toneladas.
Impacto en Asia y presión sobre China
La reestructuración de flujos también está afectando a China. Las existencias de cobre de la Bolsa de Futuros de Shanghái (ShFE) han disminuido rápidamente tras alcanzar un pico menor de lo habitual durante el Año Nuevo Lunar. La prima de importación de Yangshan, indicador clave de la demanda en China, ha repuntado de US$35 a US$87 por tonelada, señalando una menor disponibilidad de metal.
Irónicamente, algunas fundiciones chinas están optando por exportar cobre refinado para participar del negocio de arbitraje con Estados Unidos. Las exportaciones chinas casi se duplicaron en los primeros dos meses del año, alcanzando 50,000 toneladas, incluidas 1,200 toneladas enviadas directamente a EE.UU.
