Hablar de energías renovables implica tener que hacer referencia a una de las más antiguas: la eólica. Se trata de la energía que se obtiene del viento a través de un generador eólico, caracterizada por ser inagotable, no contaminante y que contribuye a la reducción del uso de combustibles fósiles causantes de los gases de efecto invernadero (GEI).
Para comprender la energía eólica, es fundamental comenzar con el sol. En primer lugar, la radiación solar calienta el aire, la tierra y el mar, lo cual, a su vez, genera viento. Este viento es, por lo tanto, esencial para la producción de energía eólica, una fuente renovable de energía. Además, los aerogeneradores, que se encuentran tanto en tierra como en el mar, capturan la energía cinética del viento. Posteriormente, transforman esta energía en electricidad, contribuyendo así a una producción sostenible.
Definición de energía eólica
La energía eólica es una forma de energía renovable que se obtiene del viento. Se basa en la conversión de la energía cinética del viento en electricidad mediante aerogeneradores. Estos dispositivos, también conocidos como turbinas eólicas, capturan el movimiento del aire y lo transforman en energía útil para diversos usos. La energía eólica se considera una opción sostenible debido a que no emite gases de efecto invernadero ni contamina el medioambiente, a diferencia de las fuentes de energía fósil.
Además, la energía eólica juega un papel crucial en la diversificación de las fuentes de energía y en la reducción de la dependencia de combustibles fósiles. Al aprovechar un recurso natural abundante y renovable como el viento, esta forma de energía contribuye a una matriz energética más equilibrada y respetuosa con el planeta. Su capacidad para generar electricidad de manera limpia y eficiente la convierte en una pieza clave en la transición hacia un futuro energético más sostenible.
¿Cómo funciona la energía eólica?
Las turbinas son parte esencial de los generadores eólicos. El viento, al golpear las palas captar la mayor energía cinética posible, provoca que la turbina que está conectada a ellas gire. Este movimiento convierte la energía cinética en energía de rotación al mover un eje que está conectado a un generador, lo que permite producir energía eléctrica y, a su vez, corriente alterna gracias a un convertidor.
Origen de la energía eólica
La utilización del viento como recurso energético se remonta a miles de años, de ahí que la energía eólica sea madura. Su uso iba destinado a propulsar los barcos, bombear el agua o moler el grano gracias a los tradicionales molinos de viento hasta bien entrado el siglo XIX. Fueron los pobladores del Medio Oriente quienes llevaron esta idea a Europa, lo que permitió que los habitantes de los Países Bajos adaptaran el molino de viento para drenar lagos y pantanos en el delta del río Rin. Esta tecnología llegó hasta Estados Unidos con la migración de finales del siglo XVIII y principios del XIX, sirviendo no solo como vehículo para moler el grano sino también como recurso para generar electricidad destinada a los hogares y la industria.
En la segunda mitad del siglo XIX apareció el popular molino multipala americano, cuyas características se utilizarían para el diseño de los generadores eólicos actuales. En 1887, el científico estadounidense Charles F. Brush (1849-1929) construyó la primera turbina eólica para la generación de electricidad, que tenía un diámetro de rotor de 17 metros y 144 palas de rotor hechas de madera de cedro.
El científico danés Poul la Cour (1846-1908) fue quien más tarde descubrió que las turbinas eólicas con pocas palas de rotor son más eficientes para la producción de electricidad que las turbinas de palas múltiples, ya que en las primeras se logra una velocidad de rotación mucho mayor que en las del tipo construido por Brush. En 1899, diseñó lo que puede calificarse como el primer generador eólico moderno.
Pero para poder aprovechar al máximo la energía generada por el viento era necesaria una ley. Fue el físico alemán Albert Betz (1885-1968) quien instauró las bases teóricas del aprovechamiento de la energía del viento para generar electricidad en la segunda década del siglo XX, creando una ley que llevaría su nombre, formulada por primera vez en 1919.
Ventajas de la energía eólica
Según Ben Backwell, CEO de GWEC, “Si queremos tener alguna posibilidad de alcanzar nuestros objetivos del Acuerdo de París y permanecer en una vía de 1,5 ° C, necesitamos instalar al menos 100 GW de energía eólica anualmente durante la próxima década, y esto debe aumentar a 200 GW anualmente después de 2030 y más allá”, ha asegurado.
Es por ello que la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y el Consejo Global de Energía Eólica (CWEC), han firmado un acuerdo de cooperación para unir esfuerzos destinados a la adopción y despliegue de la energía eólica y renovable en todo el mundo para cumplir con los Acuerdos de París y contribuir a la descarbonización del planeta. Para ello, es necesaria la adopción de cambios en las políticas a desarrollar así como la cooperación a nivel internacional.
Las tecnologías renovables como la energía eólica terrestre y marina, así como las medidas de eficiencia energética, pueden reducir en más de un 90% la emisiones de dióxido de carbono (CO2) necesarias para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), generar puestos de trabajo y reducir con el aumento de la capacidad de energía eólica el coste de la electricidad.