El diamante es un mineral raro, bello, poseedor de consistencia y brillo único, capaz de antingir valores de mercado altísimo. Es el material más duro existente en la naturaleza, solo pudiendo del griego "adamantos", que significa "indomable", "invencible".

Ya el carbón es una de las especies de roca más frágiles que existen. De color opaco y abundante, es un material absolutamente común, trivial, con poco valor de mercado.

No obstante, del punto de vista físico-químico, carbón y diamante son prácticamente idénticos. Ambos son minerales formados casi que exclusivamente por átomos de carbono. La diferencia está apenas en el modo de conexión de esos átomos. La escritura del carbón (o grafito - carbón calcinado) es desalineada y desorganizada, mientras que la del diamante es alineada y simétrica.

Cuando el carbón es sometido a presiones muy altas durante un tiempo bastante largo, de millones de años, surgen los diamantes. En la época en que la Tierra estaba enfriando, algunas camadas de roca líquidas de carbón quedaron sometidas a presiones y temperaturas descomunales, obligando a sus desorganizados átomos de carbono a alinearse en la forma cristalizada de los diamantes.

Esa curiosa situación de carbón y diamante, tan iguales y al mismo tiempo ta diferentes, constituye una buena analogía del proceso de desarrollo del espíritu humano en sus caminos por la materialidad.

Ha cerca de tres millones de años los primeros seres humanos llegaron a este nuestros planeta, para iniciar aquí la marcha de un largo proceso de desarrollo.