Una de las formas más amistosas de saludar a una persona es "¿cómo estás?" o "¿cómo te encuentras?"

La vida no puede darnos nada mejor que la satisfacción de saber que estamos en perfectas condicio- nes físicas y podamos responder que nos encontramos muy bien.

Los días en que sacamos el pecho, respiramos hondo para aspirar todo el aire fresco que podemos, caminamos por la calle con pasos largos y firmes—son los días en que tenemos una riqueza de valor incalculable, la que está formada de las cosas que realmente tienen importancia. Esos son los días en que nos sentimos bien en el trabajo y estamos en condiciones de disfrutar de lo bueno que ofrece la vida.

Pero todo este bienestar puede perderse fácilmente. Sólo un segundo bastará para destruirlo y remplazarlo con miseria y dolor.

¿Alguna vez ha recibido un golpe, pero de los buenos? Por ejemplo un puñetazo en la mandíbula, o un golpe de un vehículo, o la "caricia" de un piso duro al caer de cierta altura? Si ha tenido alguna de estas experiencias o similares, entonces sabe lo que es perder en un momento el bienestar y tener en cambio una sensación de lo más desagradable en el estómago, que es la que generalmente sigue a un golpe en cualquier parte del cuerpo.

Todos queremos sentimos bien. Queremos tener la sensación de fuerza, bienestar, y optimismo, que resultan de sentirse bien. Por esta razón es que debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para evitar aun la remota posibilidad de tener un accidente, no importa si tenemos que hacer algún esfuerzo extra.

Parte del crecimiento lo constituye el aprender lo dicho anteriormente. Gustavito se siente muy bien. El último chocolate que comió le gustó mucho, no lo había probado antes, es nuevo. Siendo un niño le parece que puede seguir comiendo varios chocolates más, sin que le pase nada. Todos hemos tenido experiencias similares y sabemos que Gustavito terminará con un dolor de estómago, en consecuencia, le llamamos la atención. Tratamos de hacerle entender que será mejor que no coma más. Un chocolate o acaso dos, son suficiente, que guarde el resto para más tarde o mañana.

Pero nosotros nos olvidamos algunas veces de aplicar esto mismo en el trabajo. Nos olvidamos que un cigarrillo cerca de material inflamable puede transformar nuestro bienestar físico en carne quema.

Lo hicimos una vez y no pasó nada, lo repetimos y nada, pero . . . cuantas veces será nada? Y la vez que sea algo, podrá ser ALGO que puede pesarnos por el resto de nuestra vida, si es que tenemos suerte de vivir para contarlo.

Sabemos que si sobrecargamos el montacargas no podremos ver por donde vamos. Existirá la posibili- dad de atropellar a alguien cambiando su integridad física, en un segundo.

¿Cómo se siente? Esperamos que muy bien, mejor que nunca. Pero queremos que siga sintiéndose así. Para lograrlo es importante que permita que las reglas de seguridad y las prácticas de trabajo seguro, sean sus amigos inseparables. Ellos le ayudarán a evitar los accidentes y conservar su salud e integridad física.