Desde la automatización hasta la inteligencia artificial, la tecnología ha mejorado, mejora y seguirá mejorando la seguridad en la industria minera, al tiempo que crea nuevos peligros. También está cambiando la naturaleza del trabajo y reduciendo el número total de trabajadores del sector.

Automatización en nombre de la seguridad

La automatización ha hecho más seguro el sector al reducir las interacciones entre el hombre y la maquinaria pesada. Pero el menor número de personas que siguen trabajando en entornos de alto riesgo también se enfrenta a otra serie de retos de seguridad derivados de trabajar en equipos más pequeños o en solitario.

"Tiene implicaciones para el reducido número de personas que siguen trabajando en primera línea con equipos pesados, porque hay menos equipo", explica Kneen, codirector del programa nacional de Mining Watch Canada. Dice que hay menos gente para asegurarse de que la operación funciona sin problemas y solucionar los problemas cuando surgen, "si algo va mal ahora, no hay nadie más a tu alrededor". Eso también limita el nivel de socialización y creación de equipos en el trabajo y durante las pausas para comer.

En general, Kneen afirma que los avances tecnológicos han mejorado la seguridad en primera línea, "pero siguen siendo arriesgados y sigue habiendo heridos y víctimas mortales".

Nuevos peligros tecnológicos

Entre los nuevos peligros creados por las tecnologías avanzadas en la industria minera figuran los que plantean los vehículos eléctricos de batería. Kneen lo reconoce, pero también señala funciones de los nuevos puestos de trabajo que quizá se pasen por alto con más facilidad.

Kneen afirma que los trabajadores de la minería son cada vez menos activos, lo que limita la posibilidad de sufrir ciertos tipos de lesiones musculoesqueléticas, pero aumenta la probabilidad de padecer enfermedades cardiacas. Kneen dice que hay otros ejemplos.

"Si trabajas de forma más técnica o por control remoto, cosas como el túnel carpiano o las lesiones por esfuerzo repetitivo son más probables que si manejas una máquina".

De cara al futuro, Kneen se plantea las implicaciones de lo que ocurrirá cuando los operarios sean sustituidos por máquinas e inteligencia artificial.  "Me preocupan los vehículos autónomos", dice Kneen.

No es que piense que son más peligrosos, sino que se pregunta qué ocurre cuando uno de ellos se ve implicado en un accidente laboral. "La rendición de cuentas está un poco desordenada... si la inteligencia artificial conduce un camión y atropella a alguien, ¿quién es el responsable?".

Kneen dice que tienes trabajadores, fabricantes y programadores todos potencialmente involucrados en un incidente y ve el potencial de que "se ponga realmente incómodo."

"Me cuesta imaginar cómo se puede entrenar a una IA para hacer frente a cosas como inundaciones, o desprendimientos de rocas, o simplemente un minero resbalando, donde un operador entrenado podría ser capaz de ver lo que está pasando". Pensar en la inteligencia artificial en un lugar de trabajo de alto riesgo plantea serias cuestiones filosóficas, además de las aplicaciones prácticas.

Los mismos riesgos de siempre

La automatización y el papel de la inteligencia artificial en la minería serán un escenario de aprendizaje en el trabajo, y aunque traen consigo nuevos riesgos, muchos de los antiguos siguen existiendo.  Kneen afirma que los proyectos mineros son cada vez más remotos. Esto dificulta la búsqueda de ayuda cuando se requiere asistencia médica. También puede suponer un obstáculo adicional para los investigadores del Ministerio de Trabajo.

Fuente: Shane Mercer Occupational Safety